lunes, 10 de noviembre de 2008
De nuevo un año más
se echó a caminar,
con su vara en la mano,
su medalla al cuello,
tras el “Simpecao”.
Su equipaje no es más
que un viejo pantalón,
una camisa rota,
pañuelo pal polvo
y botos gastaos.
Ella nunca llevó
un traje de gitana,
tampoco un caballo,
ni una jardinera;
Pero nunca faltó,
haga frío o calor,
cumpliendo su promesa.
A cada paso en la arena
va pidiendo bajito
que le cure a su pequeño
a la Virgen del Rocío.
¡Cuantas veces ha sentío
que la abandonan las fuerzas!
Va llorando igual que un niño
porque cree que no llega.
Y cuando ya está en la Ermita
ante la Blanca Paloma
ella se pone a rezar.
Después de hacer el camino…
¿Quien me dice que El Rocío
es vino, juerga… y nada más?
1 comentarios:
Antonio veo que tienes buen gusto a la hora de escoger pasodobles (al menos parecido al mio).
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